Batman: una historia en el cine y los videojuegos

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¿Qué elementos se conjugan en la relación entre el cine y los videojuegos? ¿Cuál es el valor agregado de encarnar, de algún modo, al protagonista de una historia? Juan José Rodríguez piensa en estas cuestiones a partir de las últimas representaciones de Batman en las consolas y la gran pantalla. Una historia en primera persona sobre la pasión que despierta el Caballero Oscuro.

En junio de este año salió el último videojuego de Batman: The Arkham Knight, que cierra la tres entregas de la franquicia “Arkham”. Se trata de una saga muy influenciada por el estilo que Chistopher Nolan le imprimió al murciélago en el cine. Obviamente, lo compré, lo jugué, lo terminé y lo disfruté mucho. Se acaban de cumplir veintiséis años desde que el Caballero Oscuro apareció en el cine y en los videojuegos. Mi relación con él tiene esa misma edad. Ya finalizada la saga Nolan, es justo decir que hemos vivido días de gloria para Batman. Aunque en apariencia la nueva propuesta en ciernes –Batman vs Superman– será tributaria en gran medida de Nolan, lo que comienza es sin dudas algo nuevo. Esto me da la excusa para repasar mi vínculo con el murciélago.

El quinto elemento.

El quinto elemento.

Batman de Tim Burton fue estrenada en el 1989. Como en el Candilejas no me dejaban pasar, tuve que verla recién en el verano del ´90 en Mar del Plata, en un cine gigante. Aunque había disfrutado de la excelente Beetlejuice, no me esperaba encontrarme con un producto tan logrado. Batman demostró que el cine sobre cómics tiene que ser algo más que una historieta animada. Burton pudo congeniar sus ambiciones estéticas con la dosis justa de violencia; acertó poniendo de entrada al Joker como el villano fundacional, encarnado por un muy sarcástico y cruel Jackie Nicholson; y logró darle verosimilitud a los increíbles artefactos de Batman. Sus versiones del Batimóvil y la Batiala ya son legendarias.

Recuerdo salir del cine sin la seguridad de saber que el Guasón había muerto. Burton lo muestra, sobre el final de la película, tendido en el suelo pero aún riendo. De vuelta al hotel, mi viejo me aclaró que el Joker tenía una bolsita que sonaba como risa en su bolsillo. Es decir que efectivamente estaba muerto. Mi amistad con Batman comenzó ese día.

Pocos años después, la franquicia desembarcó en un formato diferente y novedoso: los videojuegos. Llegaba el Family Game a la Argentina y llegaba Batman, el juego del largometraje. Pero los japoneses se habían inspirado tanto para hacer ese juego espectacular y dificilísimo que la historia se les escapó y ya casi nada tenía que ver con la película. Eso sí: era Batman, no había dudas al respecto. Por eso solucionábamos todo con los puños. Su jugabilidad estaba muy influenciada por la serie Ninja Gaiden. Es llamativo: los japoneses ya entendían a Batman como un ninja, es decir, como un guerrero muy entrenado.

En el cine comenzaron a llegar las secuelas, cuyo principal desafío era intentar sobrellevar la ausencia del Guasón como villano. Burton se esforzó mucho pero no pudo mantener el nivel en 1992 con Batman Returns. La tragedia ocurrió entonces: Schumacher. Me encanta el cine que hace Joel, pero su Batman se encargó de destruir los cimientos que había levantado Burton. Tanto Batman Forever como Batman y Robin buscan imprimir un humor que quizá haya podido funcionar en el guion, pero que fracasa estrepitosamente en la ejecución, reduciéndose a una sucesión de gags de mal gusto. El trasero de Val Kilmer al terminar de ponerse el traje o la batitarjeta de crédito que empuña George Clooney son algunos ejemplos notable de comedia que no se compagina en modo alguno con la trama. El gag que recuerdo más penosamente es el del Capitán Frío entrando con pantuflas de conejo en escena. Arnold Schwarzenegger es mi actor de acción favorito, desde Comando hasta la mal entendida Último gran héroe. Pero tengo que aceptar que su Capitán Frío le dio el golpe de gracia a aquel Batman cinematográfico.

Ojos de serpiente.

Ojos de serpiente.

De Batman Forever hicieron un juego con la estética de Mortal Kombat. Las imágenes digitalizadas de Val Kilmer son realmente insoportables por su falta de buen gusto y su absurda sobrepixelación. Batman y Robin, por su parte, es un intento primitivo de GTA en el que los problemas del Caballero Oscuro se reducen a colectar monedas para comprar el diario y poder estar, así, al día con los conflictos de Ciudad Gótica.

Un giro copernicano

Pasaron los años, y un buen día un inglés reseteó la máquina. Todo volvió a ponerse en marcha. Cuando supe que Batman Begins estaba por estrenarse me sentí un poco conflictuado. Me habían desilusionado antes. Pero fue gratificante volver a las andanzas del murciélago y mejor aún fue volver al cine. Casi todos los hacedores de la trilogía del Caballero Oscuro son británicos, desde Alfred hasta el comisionado Gordon, e incluyendo al mismísimo director Christopher Nolan. Esta decisión tuvo mucho peso en la renovación de la franquicia.

Nolan cambió las cosas. Logró mostrarnos que Batman es más que un traje y un montón de accesorios. Nos recordó que estamos ante un gran detective, el más grande del mundo. En el climax de esta trilogía que es The Dark Knight (2008) vuelve el gran rival, el Guasón. Pero la versión que Nolan y Heath Ledger compusieron va un paso más allá. Desde su primera escena, el Joker es el ser más caótico, impredecible y siniestro que uno puede imaginar: hace desaparecer un lápiz clavándolo en el cráneo de un guardia, filma videos de torturas y es capaz de burlarse incluso del público mismo cambiando las anécdotas de su pasado presuntamente cruel.

De la mano de un grupo de británicos, también, llegó en los videojuegos algo completamente nuevo: la trilogía de Arkham que comenzó en el 2009 con Arkham Asylum. Esta entrega trajo consigo una nueva forma de contar historias en los videojuegos, que supo mantener la estética del Batman de los comics, pero combinándola con la propuesta policial de Nolan.

La historia del juego tiene como escenario principal, justamente, el asilo de la isla de Arkham. El Guasón tomó el control de esta institución y soltó a los criminales y dementes más peligrosos de Ciudad Gótica. Pero en la misma isla están atrapados con otro loco, el más loco de todos: Bruce Wayne. El acierto principal del juego es hacernos sentir que Batman pertenece a ese lugar tanto como el Guasón; uno para hacer el orden, el otro para soltar el caos. Arkham Asylum sabe explotar la idea de que una persona cuerda no se obliga a una doble vida con el objetivo de pelear contra el crimen y de rendirle tributo a sus padres asesinados. Una persona cuerda encuentra otras salidas. Sólo Batman eligió esa solución, precisamente porque no es una persona cuerda.

Dueños de la noche.

Dueños de la noche.

La jugabilidad de Arkham Asylum cambió todo. A la hora de combatir, Batman maneja una técnica marcial impecable: cuarenta personas no llegan a ser rivales para nosotros. La fluidez del combate es tan buena que, como jugadores, verdaderamente nos llegamos a sentir invencibles. Podemos sentir que somos Batman. Y cuando se trata de lidiar con gente armada, el juego nos invita a usar el terreno del sigilo y de las sombras. Podemos circular al acecho, escondidos en la tierra o en el aire, y presenciar la intimidación que genera la caza del Caballero Oscuro en los pobres guardias que están a las órdenes del Joker.

En su secuela, Arkham City, se mejoraron algunos aspectos previos de jugabilidad, apertura e imprevisibilidad. Los momentos en que planeamos con Batman y saltamos de un edificio a otro en una ciudad de locos son verdaderamente sublimes. Pero la mayor novedad es la aparición de Gatúbela: transitar la historia jugando con ella es una experiencia completamente diferente, y la química que comparte con el Caballero es verdaderamente chispeante.

Al año siguiente de Arkham City se estrenó el cierre de la saga Nolan: The Dark Knight Rises (2012). A pesar de su esfuerzo, Tom Hardy como el villano Bain no pudo empatar al Joker de Ledger, y pasó a la historia como un Guasón menos atractivo y menos valiente. Pero la película apuesta en grande y merece ser tomada en serio: Nolan quiere hacer todo lo que el cine pueda con Batman. El héroe termina entregado totalmente a su devoción y a la pureza de su ideal, y es capaz de dejar literalmente todo, hasta su salud y su cordura, por el bien común. Más que un héroe termina siendo un mártir.

Noche, miedo y venganza

El equipo Rocksteady -los creadores de la serie Arkham- también intentó cerrar su trilogía a todo trapo. Arkham Knight (2015) es, sin lugar a dudas, el mejor de los tres títulos Arkham. El escenario del juego es la entera Ciudad Gótica que los locos de Rocksteady hicieron prácticamente en tamaño real, con cada esquina, cada barrio, cada rincón escondido. El conflicto central es de índole terrorista: el Espantapájaros amenaza con detonar una bomba química en Gotham City. Luego de realizada la evacuación de oficio, quedan en la ciudad la policía y un ejército privado dirigido por un villano nuevo y desconocido: el Caballero de Arkham, un secuaz del Espantapájaros.

Sin embargo, es éste el menor problema de Batman. En el final de Arkham City, el murciélago había sufrido una rajadura en el muro de su psiquis. Esta rajadura se irá ensanchando progresivamente mientras avanzamos en Arkham Knight. Entonces se nos muestra el lado más humano y débil de Batman; notamos que su cordura pende de un hilo, y que si ese hilo se corta lo que le queda a Bruce Wayne es algo mucho más extraño y oscuro que la muerte misma. La verdadera batalla de Batman, en el último Arkham, transcurre en su mente. Lo acechan los remordimientos y las penas. Sus elecciones del pasado son sus enemigos más poderosos. Batman delira, y llega a sentirse responsable del mundo entero, porque ahora la amenaza es global. Llegamos a verlo caer de rodillas, aplastado por la culpa y la impotencia.

Corazón de caballero.

Corazón de caballero.

Lo que Nolan no pudo lograr a través de la espectacularidad del cine, Rocksteady lo hizo mediante la complicidad entre jugador y personaje que sólo los videojuegos pueden estimular. El Caballero Oscuro y nosotros somos los únicos que entendemos la verdadera escala de su situación; nadie más está en condiciones de entender plenamente lo trágico de su destino.

Arkham Knight es una experiencia increíble. La magia del cine llega de una manera sublime al mundo de los videojuegos, con un guion digno de David S. Goyer, gráficos que exigen a la consola hasta su máximo rendimiento y una banda sonora que mezcla magníficamente los estilos de Hans Zimmer y Danny Elfman.

Desde que llegó al cine el personaje de Bob Kane, mucha gente se rindió frente a su encanto. Muchos lo siguieron en todas sus formas: en el comic, en la serie de televisión, en las secuelas de Schumacher y de Nolan. Todos ellos tienen que saber que Arkham Knight es uno de los puntos más altos de esta ya larga historia, una de las cúspides del héroe. Se trata de una manera genial de descubrir el mundo del murciélago poniéndose detrás de su máscara, de entrar al juego demente de su realidad. No siendo ya simples espectadores, sino teniendo la oportunidad de ser la noche, el miedo y la venganza. Ser, en otras palabras, el Caballero Oscuro.

Imágenes: Matías Salvatierra.

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