¿Cómo triunfa un pez flaco en el cine argentino? ¿Qué hace falta para sobrevivir en una industria embrionaria como la nuestra? Agustín Toscano, uno de los directores de Los dueños, narra su experiencia en la realización audiovisual, con una mirada crítica sobre los obstáculos que enfrentan los productores y el modo en el que se hace cine en el país.

Me suelen preguntar mis amigos, los interesados en meter las narices en las oscuras aguas del cine nacional: ¿qué hace el productor de cine? ¿Qué es ser productor? No sé, amigos míos. No es simple y no hay una sola respuesta. Hay manuales que hacen una buena segmentación de las funciones que debe cumplir un productor en la realización de una película. Pero no es a eso a lo que se refieren ustedes. Buscan una definición más adaptada a la práctica, al mal y pronto. Pero, ¿cómo se produce un largometraje acá? Y bueno, de infinitas maneras. Yo puedo explicar lo que entiendo por producir cine desde mi experiencia.

Yo soy productor de mi primera película. Esto significa que figuro en el copyright y por ello puedo obtener ganancias o sufrir pérdidas según el destino de mi producto en su comercialización. Para realizarla, mis socios y yo debimos pagarles a técnicos y actores, a empresas de alquiler de equipos, de alquiler de locaciones, a estudios contables y legales, a estudios de posproducción, de diseño y de masterización, al servicio de catering, etc. Tuvimos que costear alojamientos, traslados, viáticos, derechos musicales, subtitulados y muchas otras cosas, y lo rendimos debidamente ante el organismo que regula la actividad, el INCAA, para obtener nuestro libre deuda. Eso nos vuelve dueños de nuestra obra. Ser productor es ser dueño de la película. Ser independiente no sé qué significaría en el cine argentino. Todos somos cine independiente.

Muerto el cine, viva el cine

Muerto el cine, viva el cine.

Esto funciona así en el cine, por ley, pero en la televisión digital, por poner un ejemplo, no. El Estado es el productor y el dueño de los derechos de explotación. Te permite comercializar en algunos territorios durante un tiempo limitado, que suele ser de tres años como máximo. En el cine los derechos son tuyos siempre y en todos lados. El aquí y ahora a su enésima potencia. Esta sutil diferencia hace que yo prefiera producir cine en lugar de televisión pública o privada. El cine, que en Argentina es mixto -público y privado-, tiene ese plus legal, casi autoral y moral: es de quien lo hace. Cine libre (o al menos, libre de deuda).

Ahora amigos, la otra confusión sobre la producción de cine es más fácil de resolver: el productor ejecutivo de una película es el primer contratado (por los productores generales del film, digámoslo así, los del copyright) y se encarga de llevar a cabo la administración de los capitales. Puede ser un productor general de la película o no. También el director puede ser productor ejecutivo y ser guionista -y todas las cruzas posibles de estos oficios-, siempre y cuando la película (o sea: los productores) contrate a esa persona para cumplir esas tareas. Todo vale si puede ponerse en un contrato.

Pero, ¿cómo conseguir fondos para producir nuestras propias ideas? Hay mil caminos. En Argentina el más práctico y recomendado es concursar fondos públicos que subsidian la actividad cinematográfica. Si te rechazan en tu país, tenés cientos de fondos extranjeros; y aun teniendo el apoyo en tu país podés conseguir estos fondos para una coproducción. Y cuando se consigue un punto de apoyo, lo que resta es mover el mundo. Pueden ayudarte tus amigos, o la asociación barrial, o la familia de Herzog. Da igual; la cuestión es tener inversionistas que garanticen cubrir un presupuesto, con el que se paga por los derechos de explotación de todo lo que queremos usar.

Pensar ideas económicas también es invertir: conseguir dinero privado y/o tener socios y/o contactar personas que no te cobren por algún servicio. Poner tu casa, tu auto, tu perro, lo que vos tengas, lo que haga falta. Incluso renunciar al propio sueldo como director o guionista, si es necesario; mucho más si sos un principiante. En fin, producir es gestionar.

Nadie gana todos los fondos que solicita. Hay que perder varios para ganar uno; es una cuestión matemática. No sos el primer tipo al que se le ocurrió hacer una película en tu tiempo. No existe la justicia, existe el justicialismo. Hoy yo. Mañana vos. Pasado otro. Después vos o yo de nuevo. Pero si vuelvo a ser yo, te aseguro que no será por lo mismo que antes, será por algo distinto. Porque este mismo proceso me habrá cambiado.

Quizás es momento de que te des cuenta de que estás queriendo meterte en un negocio grande, y que no hay ingenuidad que valga. Estamos rodeados de peces gordos y hambrientos, que alimentan familias gordas y hambrientas. No hay que olvidarse de que el cine antes de ser un arte era ya un trabajo. En otra época no era nada glorioso; hoy es demasiado glamoroso. Mi consejo, amigo: hacerlo igual, con o sin plata; respirar hondo y meterse hasta el fondo, que los peces gordos nadan en la superficie, y en aguas oscuras no nos come nadie si no nos quedamos quietos.

Imagen: Atilio Boggiatto

Comments are closed.