¿Quién logró retratar a Néstor Kirchner en su documental? ¿Paula de Luque o Adrián Caetano? Pedro Gómez aborda las sutilezas del cine de propaganda, y sus contrapuntos y tensiones. Historia de una película que terminó siendo dos.

«En cada plano de NK, la película de Israel Adrián Caetano, hay un cineasta.» (Fernando Martín Peña)

Entre la multiplicidad de vidas que se le abren al audiovisual en las comarcas digitales, afloran en la Web producciones tan celosamente vigiladas como las propagandísticas en versiones que eluden la inspección de los comisarios de turno, infiltradas por usuarios en el papel no sólo de productores de contenidos, sino también de activadores de debates y oportunidades de contraste. Tal es el caso del blog Los Trabajos Prácticos que hizo posible que Néstor Kirchner no sea ya “la película”, sino las películas, al publicar en Internet el film original de Adrián Caetano, vetado en su momento por los patrocinadores K en favor de la complaciente versión de Paula de Luque. La historia es ya conocida: la Presidenta vio la película de Caetano, aun en el corte provisional en que se encuentra, le gustó, twitteó conmovida el asunto y dio la orden de que se difundiera. Se suponía que con esta suprema anuencia la película iba a volver para ser completada a las manos de su director, quien se expresó acerca del episodio diciendo que “La película no está acabada, así como está no se puede estrenar. Yo no puedo permitir que esta película se exhiba así. Quiero tener la certeza que esta vez la voy a terminar. Cuando me dijeron que no seguiría dirigiendo la película creí que no la habían comprendido. Yo no soy un fanático”. A contrapelo de la voluntad de Caetano, el film –en estado inconcluso- se exhibió por Telefé y ahora se anuncia su estreno con la terminación del realizador. La anécdota se transforma en una parábola de la convergencia de los viejos y nuevos medios –cine, televisión, blogs, redes sociales- sobre un trasfondo de vodevil político expandido por twitter; al mismo tiempo permite observar en contrapunto dos modos de hacer cine de propaganda.

Volveré y seré afiches.

Volveré y seré afiches.

¿Cómo retratar al líder político que ya partió rumbo a la eternidad, tras los umbrales del mito? Es harto conocida la gravidez celestial del pronombre “él” en la retórica K, entonces ¿cómo nombrarlo desde los oficios audiovisuales? Paula de Luque, cineasta de la corte, no duda: apunta hacia el cielo. Esos inmensos cielos de la Patagonia que aparecen una y otra vez en su documental sobre Néstor, vistos desde un automóvil en constante movimiento por las carreteras del sur; ese luminoso firmamento hacia el que elevan sus miradas extasiadas los entrevistados en el final del film, mientras el viento que agita sus cabellos se siente como el hálito mismo del estadista devenido en deidad. Así trazado, el retrato adquiere los contornos rutinarios de un escapulario, la historia de Néstor es una hagiografía que recorre una a una las cuentas de un rosario de imágenes que se ciñen a la sucesión cronológica.

Adrián Israel Caetano, en cambio, es un realizador rabiosamente terrenal; no sabe, no quiere, no puede golpear las puertas del cielo. Su Néstor K es ante todo un hombre de este mundo, un guía, un conductor mostrado en la forja mundana de su potencia como hombre de acción política. Por supuesto, la presencia del sur es insoslayable, pero no hay cielos en esta presencia, sino ásperas visiones al ras de la tierra, o mejor dicho al ras de la espesa nieve que no deja de caer, donde hunden sus pies hombres entre los que se mueve, seguido por las cámaras televisivas de un canal local, ese funcionario patagónico en los albores de su liderazgo, mostrado sin premoniciones mesiánicas. Y también hay automóviles, pero a los que hay que empujar para rescatarlos del atascamiento en el terreno nevado. Lo que se ve de ese sur es su dura consistencia, esa materialidad en la que Caetano talla su Néstor. (Continúa en página 2).

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