«Random», Charly y los buenos sentimientos

Esta no es una nota seria; no soy una persona calificada para escribir sobre música. Tampoco estoy en nada parecido a un lugar imparcial: soy fanático de Charly García. Su obra es una cosa muy importante en mi vida, como en la de tantos otros. Por eso éste será un texto muy autoindulgente y meloso. Es inevitable.

Random, el nuevo disco de García, salió en todos los formatos el viernes pasado. Tiene diez canciones, todas originales: una novedad en el contexto de su discografía reciente, que incluyó muchos covers. Charly las compuso en el encierro, mirando tele y rehabilitándose. Fue diagramando cada tema en un iPad que, dicen, no se saca de encima. Pueden escucharlas en Spotify:
https://open.spotify.com/album/3AFgH2pplBRflUp6D1d1eQ -.

El tercer track del disco se llama “Primavera”. Es un folk urbano tremendo. En la letra, Charly ajusticia a sus vampiros, la Corte de Sanguijuelas. Refiere con una precisión terrible ese momento en el que la gira se acaba; y lo encierran; y le roban lo que ganó. Todo esto escrito por el tipo que dio la mejor definición jamás grabada sobre la importancia del trabajo del músico: tener siempre algo de plata y una chica al lado. Sin mayores solemnidades. Si eso no es madurez, entonces no entendí nada.

“Rivalidad”, cuarto tema del álbum, es vanguardia pura. Ese sonido aceptable para la crítica sólo por lo que Oscar Jalil denominó adecuadamente el “revisionismo periodístico”, que de a poco fue haciendo las paces con el García de los tiempos Say No More, y que ha sido amistoso con Random. ¿Llegará también el día para Rock and Roll YO, una verdadera obra maestra estúpidamente cuestionada?

Viene “Otro” en quinto lugar, una canción llena de potencia y personalidad en la que suenan “Ciudad de pobres corazones” (de Páez) o “No importa” (de Kill Gil). De hecho, se reitera en la letra una frase de este último tema: “Don’t be stupid, be a smarty; come and join the Nazi Party”. Es una cita de Los productores, una película de 1968 sobre los malos entendidos generalizados en torno a una “sátira” de Broadway ambientada en la Alemania de Hitler.

Ni la golondrina primavera.

Ni la golondrina primavera.

Pero Random brilla en serio cuando Charly recupera lo mejor de su tradición con “Lluvia”, el sexto tema y un triunfo absoluto del disco. “Lluvia” es una canción dulce, profundamente lograda y melancólica. El tipo de composición con la que uno se cura cuando busca curarse con la obra de García. Los que le den una oportunidad van a tener que hacer un gran esfuerzo para no escucharla cada vez que se les cruce por la cabeza.

“Believe” (séptima canción), según los que saben, está en el espíritu de Todd Rundgren. De él sólo escuché “Influenza”, y porque es la base de “Influencia”, temazo del disco homónimo del 2002, de cuando Charly sacó un álbum de otro mundo mientras el resto del país ardía. La canción cumple el rol de “Chiquilín” en La hija de la lágrima, o “VSD” en Rock and roll YO, o “El amor espera” en Influencia. Es un shot de energía y buena onda para vertebrar el álbum.

La letra de “Los amigos de Dios”, el octavo tema, emprende una crítica a los programas evangelistas brasileños con palo a Tinelli sobre el final. Así retoma un poco la superioridad moral/intelectual de los tiempos de Serú Girán, pero afortunadamente matizada por algunas genialidades del Charly adulto: “¿con qué mierda drogan a la gente?” A “Spector”, noveno, todavía me falta entenderlo.

“Mundo B”, décima y última canción, empieza tomando la posta de temas como “No toquen” (Cómo conseguir chicas) con rabia, para volverse luego una invocación -en la escuela de “Ojos de videotape”- que va subiendo por las paredes: “I wanna hold your hand”. García escribe el reverso del clásico beatleano aferrándose a todos nosotros. Es una experiencia colectiva, triste y maravillosa.

“La máquina de ser feliz”, finalmente, es el primer tema y el single del disco. Fue adelantado un par de semanas atrás. Es el tipo de canción que sabés que vas a escuchar hasta que te mueras. Salió hace nada y ya es un himno de la decencia, de la búsqueda de la alegría, de la desesperación de aquellos que están terriblemente expuestos a la vida pero todavía creen en algo. “No sé si la busqué, no sé si la pedí”, pero me alegra que esta canción exista, y que vaya a acompañarme de ahora en más y para siempre.

And that´s not funny, my love.

And that´s not funny, my love.

La aparición de episodios nuevos (como un disco nuevo) en mundos que han marcado nuestra infancia siempre genera ansiedad. Le pasa a un enfermo de Star Wars frente al estreno del episodio VIII. Me pasó con Random: he temido que no sea lo que esperaba o necesitaba, que siempre es mucho y demasiado. Pero la obra del genio está pensada para dejar atrás esos lugares inhóspitos de uno mismo.

A Charly lo dieron por muerto mil veces los mismos cretinos que luego ejercerían el “revisionismo periodístico” con total impudicia. Pero acá está, haciendo música de nuevo. Música excelente y muy valiosa para nosotros, para que estemos mejor y él pueda hacer unos pesos -que bien los tiene merecidos-.

Random es un gran disco por su forma de decir con la música y las letras, esa forma tan genuina de expresar que inevitablemente llama la atención en un maestro de la ironía como Charly. Probablemente ahí mismo esté el secreto de un hombre que, pegado a la decadencia y la autodestrucción, supo hacer de su obra una bandera de los buenos sentimientos.

Eso no se agota.

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