Divulgación literaria argentina N°5: “La noche litoral” de Carlos Bernatek

Carlos Bernatek, en esta novela, le da una cuota de crudeza a un género cuya característica principal es el humor. Escribe una picaresca santafesina muy divertida, pero, al mismo tiempo, desbordada por el delito, la maldad y la pornografía.

La noche litoral (2015), Carlos Bernatek. Adriana Hidalgo, 256 págs. 

Bernatek

El argentino promedio no lee literatura. Y los que sí lo hacen, pocas veces eligen autores argentinos. En el mejor de los casos, compran Rayuela para leerla durante las vacaciones y en una sola de sus formas: la lineal. Pero todo esto no lo digo como crítica ni como un enjuiciamiento, sino como una descripción de la realidad. Tampoco hecho culpas aunque las hay. Lo que quiero, en este caso, es algo más sencillo: recomendar otro escritor. Otro libro. Enunciar que en Argentina existen autores poco “descubiertos” por los lectores; cosa que, en algún punto, entristece ya que algunos de ellos hacen grandes esfuerzos por generar una literatura amena, llevadera y especial para entretenerse los domingos o durante los ratos libres que ahora llenamos, casi en su totalidad, con las series Netflix.

Uno de esos autores argentinos es Carlos Bernatek. Si bien su trayectoria ya incluye varias obras entre las cuales se encuentra, por ejemplo, El canario, ganadora del Premio Clarín 2017, en esta ocasión, voy a referirme a otra de sus novelas: La noche litoral (Adriana Hidalgo), editada hace poco más de tres años.

Lo primero que puede decirse sobre La noche litoral es que es una obra entretenida, pero no en el sentido de espectáculo o, dicho de otra manera, sin que esto signifique que el libro esté desprendido de sus circunstancias o que no realice algún aporte interesante a la literatura argentina. Todo lo contrario. Carlos Bernatek, en esta novela, le da una cuota de crudeza a un género cuya característica principal es el humor. Escribe una picaresca santafesina muy divertida, pero, al mismo tiempo, desbordada por el delito, la maldad y la pornografía.

Ovidio Jordiel Balán es un pícaro argentino y del siglo XXI. No hace travesuras, sino que comete delitos. No es de bajo rango social, sino un burgués bastante vago. No es un antihéroe, sino un villano. Y sucede algo similar con la novela, como si Bernatek hubiese decidido adaptar el género propio del siglo de oro español a nuestras circunstancias. Transformando, de este modo, el humor de la picaresca en algo más serio, en algo más oscuro; llevando la picardía de su personaje hasta el límite donde comienza otro género clásico: la novela negra.

Como toda picaresca, La noche litoral realiza una fuerte crítica social. Ovidio se mueve entre la perversión, las estafas, el crimen, la depresión y pone su vida como testimonio de la decadencia espiritual de una sociedad obsesionada con la belleza, el dinero y la falsa dignidad del trabajo.

Como toda picaresca, la novela es determinista y pesimista. Ovidio no puede salir de su situación de pobreza autoinfligida aunque no ya por circunstancias ajenas a él y a su destino, sino por la falta de voluntad, la mala suerte, y la degeneración del protagonista que parece no tener escapatoria del espiral delictivo que, capítulo a capítulo, va trazando y en el que va descendiendo.

Como en toda picaresca, el humor es ácido y su lectura rápida y episódica. Ovidio estafa ancianos, estafa amantes, mata una persona, tiene sexo con linyeras, se come sus mascotas. Cada episodio revela un nuevo delito o atrocidad del protagonista que no deja ni un solo círculo de decaimiento moral o de depravación sin visitar, forzándonos a nosotros, los lectores, a tomar partida: o nos horrorizamos con las acciones y actitudes del protagonista o nos partimos de la risa.

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