Dos veces Néstor
Mientras Paula de Luque apela a los testimonios explotando sus elementos más sentimentales (la historia del niño violinista, por ejemplo, cuya música se transforma en uno de los leimotiv del film), Caetano trabaja sólo con materiales de archivo pero sin ajustarse a la cronología de los hechos de la vida de Néstor, deja de lado la temporalidad lineal y crea un entramado de diferentes momentos y épocas, con lo cual logra una especie de documental esférico que desde el entretejido de la forma plantea una vigencia del ex Presidente que se resiste a la temporalidad lineal del orden mundano. Y es que la trascendencia del señor K postulada por Caetano es más radicalizada que la de Paola de Luque: Néstor no sólo atraviesa el tiempo desde su vida hacia el presente y el porvenir, sino que se proyecta hacia momentos anteriores a su existencia misma, siempre como carne de actualidad periodística. Este efecto lo logra Caetano mediante el intercalado de fragmentos de apertura del viejo noticiero cinematográfico Sucesos argentinos, con su erosionado blanco y negro. Estos materiales se fusionan con los registros de la trayectoria de Néstor a través de un breve viraje cromático, de modo que por un momento parecen provenir de los históricos contenidos del noticiario. La inventiva de Caetano es plenamente cinematográfica y no se agota en el mero gesto lúdico del documental reflexivo que hace referencia a su dispositivo; puede que provoque un instante de extrañeza ante el anacronismo, puede que ese extrañamiento sea el fogonazo de un montaje de choque que dispare la tarea intelectual de inferir la filiación del genio y figura de Néstor con los sucesos argentinos que componen no sólo la historia del país sino también la memoria audiovisual de esa historia.
Carne de actualidad.
Esta urdimbre de formas cinematográficas arcaicas (el noticiario) con las hegemónicas (el documental expositivo de propaganda) y las emergentes (eso que podría denominarse “nuevo documental” caracterizado por sus oscilaciones y ambivalencias) son operaciones que enriquecen y particularizan el uso que hace Caetano del lenguaje cinematográfico puesto al servicio de la exaltación del líder. Pero hay otras operaciones que van aún más allá en esta desestabilización del mausoleo audiovisual que dictan las observancias doctrinarias, esta vez desde los contenidos. Entre los espacios y actores que conforman los sectores sociales populares están aquellos sujetos y grupos más estigmatizados o invisibilizados, componentes de lo popular oculto o reprimido que Paula De Luque escamotea en su representación del proyecto nacional y popular al que dio origen el señor K. Caetano, en cambio -con toda su experiencia en el tratamiento de los mundos de vida plebeyos de jóvenes lúmpenes callejeros, inmigrantes ilegales y marginados varios- pone en escena la sanción de la ley del matrimonio igualitario (episodio que De Luque excluye) mostrando la imagen de dos hombres con desaliñadas vestimentas de obreros de la construcción y rasgos fisonómicos asociables a nativos del norte argentino o de la región boliviano-peruana, enlazados en un intenso beso de esos en los que las bocas se devoran, reproducido en un loop ralentizado de grumoso blanco y negro. Esta figura de los “feos y sucios” en un indecoroso acto “desviado” resulta una estampa de lo popular reprimido puesto en incorrecta visibilidad. No se trata de una pareja de la lustrosa burguesía lésbico-gay en la consumación institucional de su vínculo, sino de un gesto de afecto furtivo capturado en su probable espontaneidad, un desocultamiento que Néstor hace posible. A él quizá le hubiera gustado este recurso, a sus papistas evidentemente no.
Las guerrillas culturales de Internet con su rescate del NK de Adrián Caetano amplianron el campo de discusión más allá de las rutinarias apologías y rechazos, burlando las ortodoxias de los custodios del relato. De paso, es una renovada oportunidad para que prevalezcan las herramientas del verdadero cine aun en la construcción de un monumento audiovisual para el líder.
